Apuntes sobre la iconoclasia y el archivo

El archivo de iconoclasia es un ensayo sobre la violencia contra las imágenes. Un ejercicio de reconstrucción de actos iconoclastas ejercidos sobre obras de arte, personas, paisajes y culturas. Es un archivo abierto e incompleto. Su método de trabajo es la invención histórica y su objeto de estudio es el efecto que producen las imágenes sobre las personas, cómo circulan, aparecen y desaparecen y cómo se impregnan en la memoria. Cuenta con un catálogo con información, registros, documentación y relatos de los actos iconoclastas que puede visitar al hacer clic aquí. Y con una biblioteca de referencia artística y teórica que guía la investigación. Su objetivo es la recopilación de información acerca de la acción iconoclasta en América Latina para contribuir a una nueva lectura que revele la vigencia de las prácticas cultuales en el arte y la cultura.

 

La iconoclasia es un fenómeno social y cultural que atraviesa todas las épocas y territorios. La violencia contra las imágenes es un acontecimiento propio de un modo de vivir violento. A veces creativa y a veces reaccionaria, la iconoclasia -como todo acto de destrucción o desaparición- implica un dilema: la imposibilidad de negar el pasado y al mismo tiempo la conciencia de que la historia es inevitablemente una invención.

 

Un archivo de iconoclasia indaga en el modo de revelar las imágenes, como si de quitar de en medio un vidrio esmerilado se tratara, para ensayar un ejercicio de reconstrucción hermenéutica. Reconstruye imaginariamente un conjunto de objetos que, si bien una de sus principales cualidades es haber sido destruidas -parcial o totalmente-, no es posible olvidar sino que por el contrario su historia resurge al compás de una nueva etnografía.

 

Hay historias que son ridículas, que al final del relato es inevitable pensar que hubo un salto de sentido aunque no se sepa bien cuál, que parece necesario ir a buscar a donde esté camuflada la lógica que pisa mal y tuerce la cadena de acontecimientos. Esa sospecha suele venir ligada al comportamiento de cierto personaje, a su exceso, su hybris. Cuando ese exceso obedece a un destino trágico, curiosamente, resulta razonable porque el destino se presenta sin opacidades y nos habilita a creer en la historia. La ridiculez en cambio aparece cuando la motivación del exceso no es clara, cuando el personaje se transforma en una avalancha de hechos disruptivos difíciles de acreditar. Hay varias formas de reaccionar ante tal antipatía, la risa suele ser la primera, también el desinterés, la sensación de falta de justicia, poética o divina, o de justicia a secas. Pero como la empatía se basa en la relación con los personajes, el interés puede derivar en busca de otros que sí cumplan plenamente con su rol en el relato y cuenten una historia que de otra manera se daría por perdida.